viernes, 9 de noviembre de 2007

EL MINOTAURO

Mosaico de Teseo y el Minotauro

Minos era hijo de Zeus y de Europa. Se convirtió en rey de Creta con ayuda de Poseidón, dios de los mares y éste le envió un espléndido toro para que lo sacrificara en su honor. Pero Minos sacrificó un animal menos impresionante, con lo que despertó la ira del dios. Para vengarse, Poseidón indujo a Pasifae, esposa de Minos, a enamorarse del animal. Para satisfacer su pasión, Pasifae pidió ayuda a Dédalo, un ingeniero ateniense alojado en la corte de Minos, quien construyó una vaca de madera hueca, de forma que Pasifae pudiera esconderse en su interior. Así consiguió aparearse con el toro y de esta unión antinatural nació el Minotauro, un ser monstruoso mitad hombre, mitad toro. La ira de Poseidón no tenía límites y continuó haciendo que el Minotauro se alimentara sólo de carne humana y conforme crecía era más y más salvaje.Minos ordenó a Dédalo que construyese un laberinto para alojar en él al monstruo, dejando prisioneros al constructor y a su hijo Ícaro ( DEDALO E ICARO>)

Por aquel entonces, uno de los hijos de Minos, Androgeo se encontraba en Atenas participando en una competición olímpica de la que resultó ganador. Los atenienses le asesinaron y por ello el rey de Creta les declaró la guerra. Al mando de los atenienses se encontraba el rey Egeo. Minos atacó el territorio y, con la ayuda de la peste que asoló Atenas, salió vencedor. La victoria de Minos impuso varias condiciones y, se dice que, el oráculo de Delfos fue quien aconsejó a los atenienses a ofrecer un tributo a Creta. Una de las condiciones era entregar a siete jóvenes y siete doncellas como sacrificio al Minotauro. Existen dos versiones, en una el tributo era enviado anualmente y en otra alude a que la entrega se efectuaba cada nueve años. Fuese como fuese, los catorce jóvenes eran abandonados a su suerte dentro del laberinto donde acababan devorados por el monstruo.

Años después, Teseo, hijo de Egeo (en otras fuentes de Poseidón), se dispuso a matar al Minotauro y así liberar su patria del impuesto. Egeo le dijo que si volvía con vida, cambiara las velas negras con que los barcos retornaban de la isla por otras para darle la noticia de su victoria. Al llegar a Creta, los jóvenes fueron presentados a Minos y Teseo conoció entonces a Ariadna, una de las hijas del rey. Ariadna se enamoró de él y le rogó que se abstuviera de luchar contra el Minotauro pero Teseo la convenció de que él podría vencerle con su ayuda. Ariadna ideó un plan; le entregó una punta de hilo muy largo advirtiéndole que no lo soltara en ningún momento, para poder seguirlo de vuelta (hay versiones que apuntan a que también le dio una espada, mientras otras dicen que la espada la llevaba Teseo) El héroe y los demás jóvenes entraron en el laberinto y horas después se encontraron con el Minotauro. Teseó luchó contra él y lo derrotó. Para salir del laberinto, siguió de vuelta el hilo de Ariadna y guió a los demás. Cuenta la leyenda que Ariadna y él partieron hacia Atenas, pero Teseo la abandonó a su suerte en la isla de Naxos. Cuando el barco llegaba a Atenas, Teseo no recordó la promesa hecha a su padre de cambiar las velas, por lo que éste, creyendo muerto a su hijo se arrojó al mar, dándole su nombre a partir de ese momento.

domingo, 4 de noviembre de 2007

DEDALO E ICARO

Jacob Peter Gow 1636-37


Tras la muerte del Minotauro y la huída de Teseo y Ariadna de Creta, el Rey Minos, irritado, encerró en el laberinto a Dédalo y a su hijo, Ícaro. El laberinto era n complicado circuito, y Dédalo no podía retener los planos en su memoria. Así que padre e hijo se sentaron en el centro y observaron a los pájaros que volaban a su alrededor. Éstos, al agitarse iban perdiendo plumas, Dédalo estudió su forma y comprobó que eran lisas por debajo y curvas por arriba. Observó que las plumas se levaban cuando el viento soplaba y lo asemejó a su forma. Así descubrió el principio de la fabricación de un ala. Dédalo construyó para ellos dos unas alas con las muchas que caían del cielo; las iba pegando con la cera de las velas que había en las esquinas del laberinto. y las fijó a los hombros de su hijo y en los suyos, para después emprender el vuelo. Antes de partir, Dédalo había recomendado a Ícaro que no volase demasiado alto ni demasiado bajo, volarían por encima del mar por lo que si las alas rozaban el agua se empaparían y si se acercaban demasiado al sol, los ardientes rayos podría derretir la cera.

Pero Ícaro era un joven lleno de orgullo e impetuoso. Salió volando sin hacer caso de los consejos de su padre y se elevó tan cerca del sol que la cera se derritió y cayó a las profundidcades del mar. Este mar, se llamó más tarde Icaria.